sábado, julio 23, 2005

El quinto: no fumarás

Tras el trágico incendio de Guadalajara, las autoridades se han sentido obligadas a dictar nuevas normas para evitar en lo posible que se produzcan catástrofes de este tipo. Y como buena medida dentro de la ola anti tabaco, se prohibe fumar en el bosque. La Ministra de Medio Ambiente comparece en una emisora de radio y explica tal medida argumentando lo siguiente. Los últimos incendios han sido causados por maquinaria de labores abrícolas, una barbacoa, una quema de rastrojos y (aquí llega el argumento de peso), una colilla lanzada desde un coche.

De manera que al final lo que nos ha dicho es que no tiene a mano algún caso de ejemplo de incendio provocado por un fumador lanzando colillas en un bosque, si no por un vehículo que circula por una carretera y que lanza una colilla encencida por la ventana del coche, provocando un incendio. ¿Cuántos casos hay documentados de que se haya encontrado al responsable de estar fumando dentro de un bosque y provocar un incendio con una colilla?. Debe ser fácil, se encuentra la colilla en el suelo del incendio, se toman muestras de ADN de la colilla y se contrastan con las muestras de todos los que pudieron estar allí. Luego es un caso inexistente por indemostrable. La Ministra habla de otro caso que no tiene que ver con lo que legisla.

Quiso decir la ministra que quisiera prohibir fumar en vehículos que circulen por zonas susceptibles de arder, presumiendo que desde los vehículos se lanzarán colillas al bosque. Si esto fuera real, no existirían bosques en España hace muchos años y mucho menos en las sierras que rodean Madrid. De todos modos, no parece que la causa de los últimos y enormes incendios sean los presuntos fumadores, salvo que sean fumadores el de la cosechadora, los de la barbacoa y los de la quema de rastrojos. Prohibir hacer fuego en los montes en según qué estaciones y zonas es totalmente razonable, prohibir fumar en el monte es tan serio como prohibir tirarse pedos debajo del agua en las playas, que hace falta un buzo detrás de cada trasero sumergido para prevenir el delito, un poco payasada de meter la "cruzada anti tabaco" con calzador y sin venir a cuento.

Pero el problema es que entre los vecinos de los pueblos de la zona y el gigantesco incendio, cualquier acción pasa por todo un entramado de burocracias y administraciones. De Madrid como sede del Ministerio de Medio Ambiente, que coordina las acciones contra incendios, de Madrid como Counidad Autónoma limítrofe, de Castilla La Mancha, como comunidad autónoma donde se produce el incendio, en una zona de confluencia con las comunidades de Castilla y León y de Aragón, demasiado berenjenal burocrático para un fenómeno de la naturaleza que no sabe hacer pasillos. Hace falta saber si este caos no ha propiciado que el incendio pasar de controlable a incontrolado, ya que antes de quemar las 13.000 hectáreas empezó por una, próxima a un pueblo.

Y como esto es materia más delicada, metamos al tabaco, tan nocivo de por medio, a ver si cuela. Pero pensar que un mecanismo que implica tantas burocracias administrativas pueda ser demasiado ágil es algo fantasioso. Las burocracias nunca son ágiles. Y sabemos que el consumo de tabaco es nocivo para la salud, pero el caso particular legislado, es un caso necesariemente inexistente. Con anterioridad, al incluir en la Ley de Montes la prohibición de urbanizar en terrenos incendiados durante 30 años, se reconocía, como era más que evidente, que los incendios forestales en zonas apetitosas para urbanizar han sido más que intencionados, y que evidentemente las fuerzas vivas de tales sitios han estado en el ajo, cosa grave.

Las quemas de rastrojos suelen tener un camino fácilmente seguible y nunca faltará un vecino que diga que vió a otro quemando rastrojos, y las chispas producidas por maquinaria, sean ferrocarriles o cosechadoras, también. Los incendios provocados por intereses madereros no parecen ser significativos en la historia, aunque se han visto por televisión reportajes sobre esta historia y las diferencias de precio entre la madera en perfecto estado y la que se aprovecha de un incendio forestal.

Y me temo que también haya incendios provocados por pirómanos que se dedican a quemar el monte con un argumento u otro y movidos por intereses o por puro afán destructivo. El fumador silvestre es un caso extraño, pues no va circulando en un coche que deje atrás la colilla, es que corre el riesgo de que el incendio le pille en primera persona, luego por muy fumador que sea, es poco probable que arriesgue su vida por no apagar bien una colilla, o que las vaya tirando encendidas, pues en este caso, se describe a un fumador totalmente demente, de los que en los incendios forestales encuentra usted junto a su colilla en el mismísmo centro del fuego...la Ministra no fuma, pero alucina.