Los extremos del triángulo
Pensando en las normas y leyes de los ciudadanos europeos y aledaños, me puse a buscar por la red cómo estaba el tema de los triángulos de señalización por los alrededores, y encontré una página web con los datos en el Google http://www.elturistaenlared.com/carretera/europa.htm. Merece la pena echarle un vistazo a los datos que allí se detallan.
La posición geográfica de España y su tradición como destino turístico hacen que por las vías españolas circulen vehículos de toda Europa disparándose la cifra en verano, pues hay que sumarle los que se dirigen al norte de África y los que retornan de allí hacia el resto de países europeos.
Y aquí viene el detalle divertido. Las autoridades españolas no pueden exigirle la posesión de los dos triángulos a ningún vecino del resto de Europa, ya que en ningún país es obligatorio llevar dos. Es más, en Francia, si el vehículo tiene luces de señalización de avería, no son obligatorios. Si se para un vehículo inglés, entonces con o sin luces no está obligado a llevar ni uno ni dos triangulitos.
Así pues, de las carreteras españolas, debe usted eliminar a cualquier vehículo que no sea español para exigirle la posesión de los dos triángulos de señalización. Sólo si el vehículo procede de Turquía podría exigírsele que demuestre llevar los dos triangulillos, pues es el único país, además de España, que exige dos en lugar de uno. Es decir, para cuando Turquía entre en la Unión Europea, en este tema España estará homologada con Turquía. Por el resto de Europa hasta llegar allí, nadie puede exigirle llevar dos triángulos, así que con llevar uno, basta.
Esto reduce el número de sancionables por incumplir la norma a los ciudadanos españoles en exclusiva, es decir es una norma que permite acogotar a los españolitos y de la cual no se puede pedir cumplimiento alguno a resto de vecinos europeos que circulen por el país. No deja de ser una historieta typical spanish, ya se sabe, aquí somos tradicionalmente más papistas que el Papa, a fuerza de disimular el ser conversos. ¿Qué se puede hacer si el ciudadano circula en un vehículo adquirido en otro país europeo?, pues sencillo se le pueden exigir los dos ya que esta norma obliga a los ciudadanos españoles que son al fin y al cabo los que está obligados a comprar los dos triángulos homologados.
Y al final da la impresión que aquí se establecen las normas para putear a los ciudadanos y tener un excusa para multarles, que es lo que interesa. Que sepan que el estado les puede putear, aunque la excusa sea una arbitrariedad. Y lo de los dos triángulos debe serlo si no es obligatorio desde los Pirineos hasta Turquía nada menos. Y lo más curioso es que España tiene más accidentes de tráfico que los países que exigen sólo un triángulo, y que además, el porcentaje de accidentes que se produce por no poner los triángulos de señalización de avería no debe ser muy superior al que se produce cuando son atropellados encargados de mantenimiento de carreteras profusamente señalados. En realidad, el asunto es no hablar de que la mitad de los accidentes mortales en España son provocados por conductores ebrios, fumen o no, lleven o no los dos triangulitos de rigor.
Al loro con esto, que si uno menciona el alcohol en casos de malos tratos, agresiones o violencia doméstica, callejera o de género, se puede encontrar con que se afee su comentario con el argumento de que es algo social o sociológico, resultas del machismo en sí. Y el alcohol, milagrosa y muy sospechosamente, queda indultado,claro.
Lo del tabaco es distinto, ya que el problema está en el humo, con el cual se sienten agredidos los no funadores por parte de éstos. Cualquiera supone que si el argumento es que los cigarrillos llevan añadidas sustancias nocivas, innecesarias en realidad para la elaboración y orientadas a crear una mayor adicción al tabaco, las autoridades no hayan exigido análisis de los componentes de los cigarrillos y retirado del mercado los que no cumplan unas normas de calidad, además de multar a las compañías que fabrican y adulteran el tabaco para crear una mayor dependencia. En lugar de esto, se crea una norma que prohíbe y sanciona, claro está, pero que supone además una delegación sobre su observancia a quienes no tendrían por qué hacerlo.
Por ejemplo, se dice que deben ser los dueños de los locales los que cuiden de que en el suyo se cumpla la norma. Está claro que cualquiera que tenga un bar, donde no se pueda fumar, deberá imponer la norma a sus clientes por encima de todo, ya que si éstos no la cumplen, el sancionado será no el que incumple la norma si no el titular del local. Y si un ciudadano crea una empresa y tanto él como sus trabajadores son fumadores...¿deben de no fumar porque la ley lo prohíbe?, ¿y quién vela del cumplimiento de la norma?, ¿se deben autodenunciar a sí mismos?, ¿pueden extorsionarse con la amenaza de denuncias?. Imagínese la situación cuando el más retorcido decida que él no fuma si no que toma rapé, y como no emite humos, no hay nada que hacer, ¡pero puede denunciar a la empresa y compañeros ya que se ha reconvertido en fumador pasivo!.
Porque al final, vuelve a funcionar el estado inquisitorial con esa vena tan española de siempre. Supongo que si en algún bar alguien fuma fuera del àrea de no fumadores y lo hace en una zona prohibida, otro abnegado ciudadano podrá denunciarle para así perjudicarle. Sólo faltaría lo de que el denunciante se llevase la mitad de los bienes del denunciado y que la Santa Inquisición torturase al denunciado hasta que éste reconociese la veracidad del testimonio del denunciante para poder ser entregado al brazo secular, que le quemaría simbólicamente con una multa que le dejase lo más arruinado posible.
Además, se establece una clara situación de priviliegio. Los locales que tengan terraza, estando ésta en la vía pública, podrán dejar fumar en la terraza, el que no pueda permitírselo, ya sabe a qué atenerse. Así pues, hay que dejar la zona de fumadores para locales de más de 100 metros cuadrados, el resto, quedará a la decisión de los propietarios y los clientes. Eso sí, los niños no podrán entrar si en el local está permitido fumar, salvo que vayan acompañados de sus padres (y supongo que tutores). Crueles padres que quieren hacer de sus hijos fumadores pasivos, podrán ser reprobados por los vecinos cruzados del antitabaquismo.
Porque no nos engañemos, la cruzada antitabaco permite a unos cuantos ejercer la intolerancia con los demás, darse el gusto de decir eso de tu humo me molesta, o recordar señalando en la dirección correspondiente el letrerito de prohibido fumar, que es de lo que se trata. De que unos puedan disfrutar del placer de ejercer de guardias de la porra, e imponer algo al resto de los mortales. Además, las campañas antitabaco han dado la oportunidad de ejercer la mala educación y la bordería a unos cuantos con querencia por el ordeno y mando, todo ello muy typical spanish, como ya dije. Lo normal es que la gente piense para sus adentros "a mí me molesta también tu mala educación, pero no te lo digo por educación". Pero ya se sabe, en España la falta de educación es síntoma de poderío. Aquí le das una porra un tonto y tienes un dictador.
Y cotilleando por la red sobre estas historias, llega uno a la conclusión de que hay cosas que no encajan demasiado. Los capitaneadores de la cruzada antitabaco, por ejemplo las autoridades sanitarias norteamericanas, mezclan datos de manera curiosa. Sin ir más lejos, mezclan el tabaco de mascar y el rapé, para atribuirles daños en las encía y dientes, cosa que sucede en el caso del tabaco de mascar, que creo que no usa nadie en occidente desde los tiempos del oeste americano, y que no sucede en el que se ingiere por vía nasal, pero para poder arreglar la pifia argumental, dicen que si se aplica en las encías, pasaría lo mismo. Que viene a ser como decir que los cigarrillos pueden dañar el recto si por él se fuma, que alguno habrá, pero seguro que no muchos.
Bien, eliminados de la denuncia el cliente que enciende el cigarro, y los veinte invitados a una boda que le acompañan en estado de embriaguez, queda sólo el que pasaba por allí y quiere incordiar al dueño del local si no actúa rápidamente e impide fumar al cliente viciosón y degeneradote. Lo normal debe ser que el responsable del local se enfrente al cliente y a sus veinte acompañantes ebrios y les obligue a no fumar, si éstos se resisten, suponemos que deba llamar a la policía o algo así, y cuando la policía se marche del local tras multar al fumador de marras, explicarles a los señores clientes que allí no ha pasado nada, que es la ley y él como personal de un bar, está encargado de su estricto cumplimiento. Como en el oeste, vamos.
Si todo acaba en una trifulca de resultas de la cual el bar, como en las pelis del oeste, queda literalmente destrozado, basta con llamar al seguro, contarles la historia y aceptar que la aseguradora cancele el seguro automáticamente; visto lo que decían los vendedores de ropa en un reportaje emitido por la televisión hace unos días, las aseguradoras, en caso de denunciar un robo, lo que hacen es cancelar el seguro de robo, de nuevo typical spanish, menudo chollo, te cobro por un seguro de robo y si tengo que indemnizarte, entonces lo cancelo rápidamente, genial, eso sí que es un negocio seguro.
Total que las leyes cuyo cumplimiento no se puede garantizar o que son excepciones dentro del ámbito europeo, son cosas exóticas, muy de nuestro carácter diferenciador, ése que siempre se inclina contra los ciudadanos. Volviendo al tabaco, en Austria la propuesta de prohibiciones de consumo de tabaco fué respondido por los ciudadanos como una intromisión inaceptable por parte del estado en sus vidas privadas: "...En 2004 la ministra de salud, Maria Rauch-Kallat, anunció una serie de medidas para limitar el uso de cigarrillos en los lugares públicos. La propuesta provocó una revuelta en la que se acusó a la ministra de estar yendo en contra de los derechos de las personas."
Al parecer, los austríacos pueden opinar de estos asuntos antes de que sus autoridades legislen, en España, no. Aquí el estado hace la norma y luego nos publica las encuestas que demuestran que para no variar, tiene razón. Pero es que las autoridades velan por la salud de los ciudadanos, y las encuestas, como sabemos todos nunca mienten. Y si uno sigue los detalles de la que demuestra la bondad de una ley antitabaco, se encuentra con cosas divertidas. Un 70 % de los consultados dice estar a favor de la ley, y el mismo procentaje dice pensar que no se va a cumplir. Es curioso, da la impresión de que los mismos que dicen estar a favor, sugieren que ellos no piensan cumplirla, y eso tiene bastante lógica.
Porque si uno ve las estadísticas de accidemtes laborales en España no parece que haya tanto personal para vigilar el cumplimiento de las normas de seguridad laboral, con qué medios piensa el estado vigilar todas las oficinas y empresas de España?, echando números, este enorme cuerpo de policía bronquial podría consumir todos los recursos del estado, dado su enorme cantidad de personal. Serían necesarios unos cuantos millones de funcionarios para cubrir todo el territorio nacional, lo bueno del asunto, es que las plazas deberían ser para fumadores que detectan rápidamente el olor de los cigarrillos, los no fumadores deberían quedar excluídos de estas oposiciones. Por otro lado los inspectores, cuya labor es ir de una oficina a otra levantando acta de donde se infringe la ley, podrían fumar por el camino entre oficina y oficina, cosa que les estaría prohibida a los que estén dentro de las oficinas.
De todos modos, al final el estado sólo podrá controlar el cumplimiento de la ley en sus propias instalaciones. ¿Cómo sancionará el estado a su personal cuando incumpla la ley?. Es de suponer que separe del servicio de por vida al personal que sea sorprendido fumando en sus instalaciones y les despida, pero claro, habrá que ver si puede anular una oposición por esto o puede multar al funcionario al amparo de esta ley. Ahí si que tiene clara competencia la administración pública, con su propio personal. Pero se da una paradoja en plan españolada. Si se sanciona al estado porque su personal fume en las instalaciones, entonces el propio estado debería pagarse a sí mismo una multa con el dinero de los contribuyentes. Así pues, llegados al caso más surrealista, en donde el estado puede exigir el cumplimiento estricto de la ley, pagan otros, y esto ya es demasiado.
He oído que a esta ley seguirán otras estableciendo el salario mínimo interprofesional en 1.200 euros al mes, y el salario de integración en 1.000 euros al mes, y las ayudas por hijos, igualadas con las más altas de Europa, y las mismas ayudas a la vivienda que existen más allá de los Pirineos, de donde con tanto entusiasmo copiamos las leyes, que hasta dupliacmos el número de triángulos de señalización obligatorios, por ser más que nadie en esto de imponer normas y sancionar su incumplimiento de manera entusiasta. Ah, ¿que usted no ha oído nada de esto?, claro, es que no era verdad. En resumen, velamos por su seguridad y por su salud, pero de lo otro, ni un puto euro. Que aquí ya se sabe que nos homologamos enseguida en precios, impuestos y deberes, pero lo de los derechos es para otro milenio.
Y España, puede seguir creciendo a un ritmo envidiable para cualquier vecino de Europa que tenga un gasto social mínimo, como sucede de los Pirineos hacia arriba, ahorrando todo lo posible en estas tonterías, que luego la estadística nos permitirá arreglar la realidad. Porque en estos temas, no somos una de la potencias del mundo ni cosa parecida, somos los cutres de Europa, y encima nos conformamos con ello, pues nos creemos siempre la tonta versión oficial de turno, y así hemos logrado no renunciar a ningún logro del estado del bienestar a base de no haberlos logrado nunca, lo cual tiene mérito para quienes convencen a los ciudadanos de tal milonga, y habla muy poco bueno de la capacidad de los españoles para informarse sobre las condiciones de vida del resto de los vecinos de Europa.
Menos mal, que han entrado los países del este con peores condiciones económicas, y que nos permiten sentirnos ricos sin dejar de ser unos desgraciados cuyo estado no se siente en absoluto obligado a nada. Ya se sabe que aquí vivimos aislados del resto del universo y los más parecido a España no es Europa, es la Isla de Pascua, alejada miles de millas de cualquier tierra habitada, y que por lo tanto, no tiene con quien compararse.
La posición geográfica de España y su tradición como destino turístico hacen que por las vías españolas circulen vehículos de toda Europa disparándose la cifra en verano, pues hay que sumarle los que se dirigen al norte de África y los que retornan de allí hacia el resto de países europeos.
Y aquí viene el detalle divertido. Las autoridades españolas no pueden exigirle la posesión de los dos triángulos a ningún vecino del resto de Europa, ya que en ningún país es obligatorio llevar dos. Es más, en Francia, si el vehículo tiene luces de señalización de avería, no son obligatorios. Si se para un vehículo inglés, entonces con o sin luces no está obligado a llevar ni uno ni dos triangulitos.
Así pues, de las carreteras españolas, debe usted eliminar a cualquier vehículo que no sea español para exigirle la posesión de los dos triángulos de señalización. Sólo si el vehículo procede de Turquía podría exigírsele que demuestre llevar los dos triangulillos, pues es el único país, además de España, que exige dos en lugar de uno. Es decir, para cuando Turquía entre en la Unión Europea, en este tema España estará homologada con Turquía. Por el resto de Europa hasta llegar allí, nadie puede exigirle llevar dos triángulos, así que con llevar uno, basta.
Esto reduce el número de sancionables por incumplir la norma a los ciudadanos españoles en exclusiva, es decir es una norma que permite acogotar a los españolitos y de la cual no se puede pedir cumplimiento alguno a resto de vecinos europeos que circulen por el país. No deja de ser una historieta typical spanish, ya se sabe, aquí somos tradicionalmente más papistas que el Papa, a fuerza de disimular el ser conversos. ¿Qué se puede hacer si el ciudadano circula en un vehículo adquirido en otro país europeo?, pues sencillo se le pueden exigir los dos ya que esta norma obliga a los ciudadanos españoles que son al fin y al cabo los que está obligados a comprar los dos triángulos homologados.
Y al final da la impresión que aquí se establecen las normas para putear a los ciudadanos y tener un excusa para multarles, que es lo que interesa. Que sepan que el estado les puede putear, aunque la excusa sea una arbitrariedad. Y lo de los dos triángulos debe serlo si no es obligatorio desde los Pirineos hasta Turquía nada menos. Y lo más curioso es que España tiene más accidentes de tráfico que los países que exigen sólo un triángulo, y que además, el porcentaje de accidentes que se produce por no poner los triángulos de señalización de avería no debe ser muy superior al que se produce cuando son atropellados encargados de mantenimiento de carreteras profusamente señalados. En realidad, el asunto es no hablar de que la mitad de los accidentes mortales en España son provocados por conductores ebrios, fumen o no, lleven o no los dos triangulitos de rigor.
Al loro con esto, que si uno menciona el alcohol en casos de malos tratos, agresiones o violencia doméstica, callejera o de género, se puede encontrar con que se afee su comentario con el argumento de que es algo social o sociológico, resultas del machismo en sí. Y el alcohol, milagrosa y muy sospechosamente, queda indultado,claro.
Lo del tabaco es distinto, ya que el problema está en el humo, con el cual se sienten agredidos los no funadores por parte de éstos. Cualquiera supone que si el argumento es que los cigarrillos llevan añadidas sustancias nocivas, innecesarias en realidad para la elaboración y orientadas a crear una mayor adicción al tabaco, las autoridades no hayan exigido análisis de los componentes de los cigarrillos y retirado del mercado los que no cumplan unas normas de calidad, además de multar a las compañías que fabrican y adulteran el tabaco para crear una mayor dependencia. En lugar de esto, se crea una norma que prohíbe y sanciona, claro está, pero que supone además una delegación sobre su observancia a quienes no tendrían por qué hacerlo.
Por ejemplo, se dice que deben ser los dueños de los locales los que cuiden de que en el suyo se cumpla la norma. Está claro que cualquiera que tenga un bar, donde no se pueda fumar, deberá imponer la norma a sus clientes por encima de todo, ya que si éstos no la cumplen, el sancionado será no el que incumple la norma si no el titular del local. Y si un ciudadano crea una empresa y tanto él como sus trabajadores son fumadores...¿deben de no fumar porque la ley lo prohíbe?, ¿y quién vela del cumplimiento de la norma?, ¿se deben autodenunciar a sí mismos?, ¿pueden extorsionarse con la amenaza de denuncias?. Imagínese la situación cuando el más retorcido decida que él no fuma si no que toma rapé, y como no emite humos, no hay nada que hacer, ¡pero puede denunciar a la empresa y compañeros ya que se ha reconvertido en fumador pasivo!.
Porque al final, vuelve a funcionar el estado inquisitorial con esa vena tan española de siempre. Supongo que si en algún bar alguien fuma fuera del àrea de no fumadores y lo hace en una zona prohibida, otro abnegado ciudadano podrá denunciarle para así perjudicarle. Sólo faltaría lo de que el denunciante se llevase la mitad de los bienes del denunciado y que la Santa Inquisición torturase al denunciado hasta que éste reconociese la veracidad del testimonio del denunciante para poder ser entregado al brazo secular, que le quemaría simbólicamente con una multa que le dejase lo más arruinado posible.
Además, se establece una clara situación de priviliegio. Los locales que tengan terraza, estando ésta en la vía pública, podrán dejar fumar en la terraza, el que no pueda permitírselo, ya sabe a qué atenerse. Así pues, hay que dejar la zona de fumadores para locales de más de 100 metros cuadrados, el resto, quedará a la decisión de los propietarios y los clientes. Eso sí, los niños no podrán entrar si en el local está permitido fumar, salvo que vayan acompañados de sus padres (y supongo que tutores). Crueles padres que quieren hacer de sus hijos fumadores pasivos, podrán ser reprobados por los vecinos cruzados del antitabaquismo.
Porque no nos engañemos, la cruzada antitabaco permite a unos cuantos ejercer la intolerancia con los demás, darse el gusto de decir eso de tu humo me molesta, o recordar señalando en la dirección correspondiente el letrerito de prohibido fumar, que es de lo que se trata. De que unos puedan disfrutar del placer de ejercer de guardias de la porra, e imponer algo al resto de los mortales. Además, las campañas antitabaco han dado la oportunidad de ejercer la mala educación y la bordería a unos cuantos con querencia por el ordeno y mando, todo ello muy typical spanish, como ya dije. Lo normal es que la gente piense para sus adentros "a mí me molesta también tu mala educación, pero no te lo digo por educación". Pero ya se sabe, en España la falta de educación es síntoma de poderío. Aquí le das una porra un tonto y tienes un dictador.
Y cotilleando por la red sobre estas historias, llega uno a la conclusión de que hay cosas que no encajan demasiado. Los capitaneadores de la cruzada antitabaco, por ejemplo las autoridades sanitarias norteamericanas, mezclan datos de manera curiosa. Sin ir más lejos, mezclan el tabaco de mascar y el rapé, para atribuirles daños en las encía y dientes, cosa que sucede en el caso del tabaco de mascar, que creo que no usa nadie en occidente desde los tiempos del oeste americano, y que no sucede en el que se ingiere por vía nasal, pero para poder arreglar la pifia argumental, dicen que si se aplica en las encías, pasaría lo mismo. Que viene a ser como decir que los cigarrillos pueden dañar el recto si por él se fuma, que alguno habrá, pero seguro que no muchos.
Bien, eliminados de la denuncia el cliente que enciende el cigarro, y los veinte invitados a una boda que le acompañan en estado de embriaguez, queda sólo el que pasaba por allí y quiere incordiar al dueño del local si no actúa rápidamente e impide fumar al cliente viciosón y degeneradote. Lo normal debe ser que el responsable del local se enfrente al cliente y a sus veinte acompañantes ebrios y les obligue a no fumar, si éstos se resisten, suponemos que deba llamar a la policía o algo así, y cuando la policía se marche del local tras multar al fumador de marras, explicarles a los señores clientes que allí no ha pasado nada, que es la ley y él como personal de un bar, está encargado de su estricto cumplimiento. Como en el oeste, vamos.
Si todo acaba en una trifulca de resultas de la cual el bar, como en las pelis del oeste, queda literalmente destrozado, basta con llamar al seguro, contarles la historia y aceptar que la aseguradora cancele el seguro automáticamente; visto lo que decían los vendedores de ropa en un reportaje emitido por la televisión hace unos días, las aseguradoras, en caso de denunciar un robo, lo que hacen es cancelar el seguro de robo, de nuevo typical spanish, menudo chollo, te cobro por un seguro de robo y si tengo que indemnizarte, entonces lo cancelo rápidamente, genial, eso sí que es un negocio seguro.
Total que las leyes cuyo cumplimiento no se puede garantizar o que son excepciones dentro del ámbito europeo, son cosas exóticas, muy de nuestro carácter diferenciador, ése que siempre se inclina contra los ciudadanos. Volviendo al tabaco, en Austria la propuesta de prohibiciones de consumo de tabaco fué respondido por los ciudadanos como una intromisión inaceptable por parte del estado en sus vidas privadas: "...En 2004 la ministra de salud, Maria Rauch-Kallat, anunció una serie de medidas para limitar el uso de cigarrillos en los lugares públicos. La propuesta provocó una revuelta en la que se acusó a la ministra de estar yendo en contra de los derechos de las personas."
Al parecer, los austríacos pueden opinar de estos asuntos antes de que sus autoridades legislen, en España, no. Aquí el estado hace la norma y luego nos publica las encuestas que demuestran que para no variar, tiene razón. Pero es que las autoridades velan por la salud de los ciudadanos, y las encuestas, como sabemos todos nunca mienten. Y si uno sigue los detalles de la que demuestra la bondad de una ley antitabaco, se encuentra con cosas divertidas. Un 70 % de los consultados dice estar a favor de la ley, y el mismo procentaje dice pensar que no se va a cumplir. Es curioso, da la impresión de que los mismos que dicen estar a favor, sugieren que ellos no piensan cumplirla, y eso tiene bastante lógica.
Porque si uno ve las estadísticas de accidemtes laborales en España no parece que haya tanto personal para vigilar el cumplimiento de las normas de seguridad laboral, con qué medios piensa el estado vigilar todas las oficinas y empresas de España?, echando números, este enorme cuerpo de policía bronquial podría consumir todos los recursos del estado, dado su enorme cantidad de personal. Serían necesarios unos cuantos millones de funcionarios para cubrir todo el territorio nacional, lo bueno del asunto, es que las plazas deberían ser para fumadores que detectan rápidamente el olor de los cigarrillos, los no fumadores deberían quedar excluídos de estas oposiciones. Por otro lado los inspectores, cuya labor es ir de una oficina a otra levantando acta de donde se infringe la ley, podrían fumar por el camino entre oficina y oficina, cosa que les estaría prohibida a los que estén dentro de las oficinas.
De todos modos, al final el estado sólo podrá controlar el cumplimiento de la ley en sus propias instalaciones. ¿Cómo sancionará el estado a su personal cuando incumpla la ley?. Es de suponer que separe del servicio de por vida al personal que sea sorprendido fumando en sus instalaciones y les despida, pero claro, habrá que ver si puede anular una oposición por esto o puede multar al funcionario al amparo de esta ley. Ahí si que tiene clara competencia la administración pública, con su propio personal. Pero se da una paradoja en plan españolada. Si se sanciona al estado porque su personal fume en las instalaciones, entonces el propio estado debería pagarse a sí mismo una multa con el dinero de los contribuyentes. Así pues, llegados al caso más surrealista, en donde el estado puede exigir el cumplimiento estricto de la ley, pagan otros, y esto ya es demasiado.
He oído que a esta ley seguirán otras estableciendo el salario mínimo interprofesional en 1.200 euros al mes, y el salario de integración en 1.000 euros al mes, y las ayudas por hijos, igualadas con las más altas de Europa, y las mismas ayudas a la vivienda que existen más allá de los Pirineos, de donde con tanto entusiasmo copiamos las leyes, que hasta dupliacmos el número de triángulos de señalización obligatorios, por ser más que nadie en esto de imponer normas y sancionar su incumplimiento de manera entusiasta. Ah, ¿que usted no ha oído nada de esto?, claro, es que no era verdad. En resumen, velamos por su seguridad y por su salud, pero de lo otro, ni un puto euro. Que aquí ya se sabe que nos homologamos enseguida en precios, impuestos y deberes, pero lo de los derechos es para otro milenio.
Y España, puede seguir creciendo a un ritmo envidiable para cualquier vecino de Europa que tenga un gasto social mínimo, como sucede de los Pirineos hacia arriba, ahorrando todo lo posible en estas tonterías, que luego la estadística nos permitirá arreglar la realidad. Porque en estos temas, no somos una de la potencias del mundo ni cosa parecida, somos los cutres de Europa, y encima nos conformamos con ello, pues nos creemos siempre la tonta versión oficial de turno, y así hemos logrado no renunciar a ningún logro del estado del bienestar a base de no haberlos logrado nunca, lo cual tiene mérito para quienes convencen a los ciudadanos de tal milonga, y habla muy poco bueno de la capacidad de los españoles para informarse sobre las condiciones de vida del resto de los vecinos de Europa.
Menos mal, que han entrado los países del este con peores condiciones económicas, y que nos permiten sentirnos ricos sin dejar de ser unos desgraciados cuyo estado no se siente en absoluto obligado a nada. Ya se sabe que aquí vivimos aislados del resto del universo y los más parecido a España no es Europa, es la Isla de Pascua, alejada miles de millas de cualquier tierra habitada, y que por lo tanto, no tiene con quien compararse.
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