Los seres invisibles
¿Que pueden tener en común Biescas, Aznalcóllar y el Prestige?, a primera vista parece que nada en absoluto, lo primero sucede en el Pirineo, los segundo en Andalucía al lado de Doñana, lo tercero en la costa atlántica española; una riada, la rotura de una presa, una marea negra, cosas muy distintas, como se puede ver.
Pero no, esto es una percepción errónea, en todos ellos ha participado necesariamente un ser misterioso, un ser intangible, un ser invisible, que es el necesario abajo-firmante. El ser invisible cobra religiosamente todos los meses por la responsabilidad que tiene a la hora de permitir instalar cámpings en zonas inundables, no ver filtraciones en las paredes de presas con residuos tóxicos o mandar un petrolero a desfilar hacia el quinto pino.
Pero la ventaja del ser invisible es que cuando hay una catástrofe, se mimetiza con la totalidad de los ciudadanos, no se le puede ver, y de hecho, aunque haya cobrado por su trabajo, en caso de cagarla, es imposible distinguir por dónde anda él, y de resultas de esto, la justicia concluye que la culpa de la chapuza originada por el abajo-firmante es de todos. No deja de ser bastante lógico, si somos todos los que le mantenemos y pagamos por ese trabajo, y si el resultado de su labor es una catástrofe, todos somos los responsables, pues por eso le pagamos para que haga esas labores.
Así pues, una riada pirenaica, una inundación de lodos tóxicos por rotura de una presa y una marea negra resultado de pasear un petrolero accidentado, tienen algo en común, y es, aunque no se le vea nunca, la participación del hombre invisible, que como ya sabemos se caracteriza por la total impunidad de sus actos. Confío en que cuando se habla del lamentable estado de la educación pública en España no sea también cosa de los seres invisibles y su impunidad absoluta.
Pero no, esto es una percepción errónea, en todos ellos ha participado necesariamente un ser misterioso, un ser intangible, un ser invisible, que es el necesario abajo-firmante. El ser invisible cobra religiosamente todos los meses por la responsabilidad que tiene a la hora de permitir instalar cámpings en zonas inundables, no ver filtraciones en las paredes de presas con residuos tóxicos o mandar un petrolero a desfilar hacia el quinto pino.
Pero la ventaja del ser invisible es que cuando hay una catástrofe, se mimetiza con la totalidad de los ciudadanos, no se le puede ver, y de hecho, aunque haya cobrado por su trabajo, en caso de cagarla, es imposible distinguir por dónde anda él, y de resultas de esto, la justicia concluye que la culpa de la chapuza originada por el abajo-firmante es de todos. No deja de ser bastante lógico, si somos todos los que le mantenemos y pagamos por ese trabajo, y si el resultado de su labor es una catástrofe, todos somos los responsables, pues por eso le pagamos para que haga esas labores.
Así pues, una riada pirenaica, una inundación de lodos tóxicos por rotura de una presa y una marea negra resultado de pasear un petrolero accidentado, tienen algo en común, y es, aunque no se le vea nunca, la participación del hombre invisible, que como ya sabemos se caracteriza por la total impunidad de sus actos. Confío en que cuando se habla del lamentable estado de la educación pública en España no sea también cosa de los seres invisibles y su impunidad absoluta.
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